Billete de 500 pesos oro. Este ejemplar corresponde al  año de 1981,  héroes y el legado arquitectónico por el Banco de la República de Colombia para la denominación de 500 pesos oro, muestra la imagen de  Francisco de Paula Santader  a la derecha del anverso, en  el centro diseño precolombino, guilloches a los que se le superponen la denominación, en la esquina izquierda el valor facial 500 pesos oro. En el reverso imagen del jardin de la casa de la moneda y una presa volante para la acuñación de las monedas durante el siglo XIX ; logo del Banco de la Reduplica (la mariana de la libertad), Roseta simétrica y asimétrica compuestas por guilloches, a las que se le superponen la denominación. Colores predominante  Verde oscuro y negro en varias tonalidades que se conjugan en colores pastel.

 

1981                 -                      1996

500 - QUINIENTOS PESOS ORO
El Banco de la República
Nro : 53521424
Tamaño : 70 mm x 140 mm / Color : Café - Marrón
Impresor : Imprenta Thomas de la Rue y Cia.

 

 

General Santander. Boceto de Helen Bedout, 1819.
General Santander. Boceto de Helen Bedout, 1819.

Francisco de Paula Santander

Francisco de Paula Santander
Santander by Acevedo Bernal.jpg

héroe de la patria y un líder político con un gran legado
 

Francisco José de Paula Santander Ocaña (2 de abril de 1792Villa del Rosario de CúcutaVirreinato de Nueva Granada - 6 de mayo de 1840BogotáRepública de la Nueva Granada) fue un militar y político colombiano, célebre por su participación en la emancipación americana frente al Imperio español.

Santander participó en la guerra que se libró contra las fuerzas centralistas en 1813. Más tarde fue uno de los principales organizadores de la campaña de resistencia contra la reconquista española, que dio la libertad definitiva a la Nueva Granada. También, intervino en las concluyentes batallas del Pantano de Vargas y de Boyacá, en 1819.

Conocido como El Hombre de las leyes y el Organizador de la victoria, Santander fue Vicepresidente de la Gran Colombia en el período de 1819 a 1827 (Encargado del poder ejecutivo) y Presidente de la República de la Nueva Granada entre 1832 y 1837.

Santander construyó el primer sistema de educación pública de Colombia al impulsar la creación de escuelas y universidades.

 

 

Los diseños gráficos de la cerámica tuza. Ca. 1250-1500 d.C.

Piezas del Museo Arqueológico Casa del Marqués de San Jorge y del Museo del Oro en Bogotá

Los indígenas tuza vivieron hace unos quinientos o seiscientos años en la región de los Pastos, hoy departamento de Nariño, sur de Colombia; de sus manos emergió un tipo de cerámica cuyo diseño gráfico es sobresaliente. Este pueblo ocupó una zona de confluencia geográfica donde predominaba lo andino, combinado con elementos de las selvas del Putumayo y del litoral pacífico. La región tuza corresponde hoy a las zonas ubicadas entre los municipios de Ipiales (Colombia) y Otavalo (Ecuador), lugares que están flanqueados, a su vez, por los volcanes Cumbal y Cayambe. El río Mayo, en el Patía, definía el límite al norte del territorio que los grupos indígenas ocuparon antes de la llegada de los conquistadores españoles, mientras que hacia el sur la barrera natural la constituía el valle del río Chota. Algunos autores indican que Tuza (1250-1500 d.C.) es un estadio maduro de su ancestro el Capulí (850-1250 d.C.), el cual, a su vez, estaba emparentado con el pueblo Piartal (750-1500 d.C.), mucho más antiguo. Esta fue una sociedad organizada en ayllus o núcleos familiares que le rendían tributo y obediencia a un cacique, quien a su vez practicaba un culto especial al Sol de los pastos. La presencia constante de esta grafía en la cerámica tuza, un signo en el que de un cuadrado se desprenden radialmente ocho puntas, y además los constantes dibujos escalonados, permiten develar vínculos de vecindad con el Tawantinsuyu o mundo inca dividido en cuatro puntos cardinales. El mismo Sol de los pastos está presente, como petroglifo y a manera de Intihuatana, en la piedra de “los machines” o monos en el Municipio de Cumbal o como figura central que se puede ver desde una vista aérea de la plaza de Nariño en la ciudad de San Juan de Pasto. El profesor Víctor Samuel Albis de la Universidad Nacional de Colombia ha hecho un juicioso análisis matemático de dicha grafía, encontrando que los indígenas precolombinos utilizaban la proporción áurea ( 2), y otras formas complejas de distribución y composición espacial.

 

Los diseños gráficos de los antiguos indígenas tuza sobresalen por la fina composición lograda sobre las piezas cerámicas que los alojan. Se trata de figuras positivas y negativas realizadas con pigmentos minerales, estas últimas hechas enmascarando con engobes la superficie donde luego se pintaba la pieza completa, dejando como resultado espacios a donde no llegaban los pigmentos. Parafraseando al antropólogo Ronald J. Duncan, los tuza fueron mejores pintores que ceramistas. Sus dibujos combinan lo geométrico y abstracto con lo figurativo, constituyendo “sistemas de diseño conceptuales”, donde “los signos constituyen un lenguaje específico, con sentido narrativo, pero donde los patrones de signos y los patrones numéricos indican una fijación de conceptos”. Tales diseños aparecen fundamentalmente en dos tipos de objetos: las ocarinas y los platos.

escudo de castilla y león
escudo de castilla y león

en la actualidad se conserva el diseño
en la actualidad se conserva el diseño
el escudo en el sello de 8 reales de lamoneda de 1770
el escudo en el sello de 8 reales de lamoneda de 1770

 Libro primero para los años de 1793 y 1794", de la Casa de Moneda de Popayán. Colección Casa de Moneda, Bogotá.
Libro primero para los años de 1793 y 1794", de la Casa de Moneda de Popayán. Colección Casa de Moneda, Bogotá.

 Escudo de castilla y león en las monedas españolas, diseño que se usó en el billete de 500 pesos oro para conmemorar la independencia de Colombia. Este mismo escudo se encuentra en la casa de la moneda de Bogotá.

 

LA RAZÓN Y ARGUMENTOS HISTÓRICOS QUE COLOCAN EL  ESCUDO DEL VIRREY EN EL BILLETE DE 500 PESOS ORO 1981

LA CASA DE MONEDA EN LA COLONIA

Por: Araújo; Angelina

En Santafé y Cartagena se dan las primeras acuñaciones en el siglo XVII

 

El Nuevo Reino de Granada inicio su historia enfrentando problemas de diversa índole, entre ellos, una anarquía generalizada en los medios de pago ocasionada por las practicas aun vigentes del sistema de trueque precolombino y por la falta de una moneda unificada propia que permitiera sistematizar, si es que cabe el termino, las diversas transacciones comerciales de la colonia. En los registros notariales del siglo XVI encontramos documentos sobre arriendos y venta de inmuebles, compra y venta de mercancías al por mayor, "conciertos" laborales entre artesanos e indios, compra y venta de esclavos, prestamos de dinero, etc., los cuales se cancelaban con oro corriente de 14, 16 Y 20 quilates -en polvo, chicharrones y barras-, o con mantas de algodon, chumbes, botines, sombreros, alpargates, etc. Finalmente, el panorama monetario se tomaba más complejo al coexistir la circulación de monedas provenientes de la metropoli y de las Casas de Moneda de México, Potosí y Lima, fundadas durante el siglo XVI.

 

Este estado de cosas producía serios inconvenientes; la Corona española recibía múltiples quejas, no solo de los habitantes del Nuevo Reino, sino de las autoridades peninsulares, encabezadas por la Real Audiencia de Santafé: en carta fechada el 2 de junio de 1614, los oidores afirmaban que «la necesidad que tiene esta ciudad y todo el reino de moneda usual res apremiante]. Esta necesidad es mayor cada día, porque creciendo el comercio, es necesaria más cantidad» de moneda acunada. Las razones expuestas en la real cedula de fundación de la Casa de Moneda de Santafé hablan por sí solas: "Ha sido necesario para todas las cosas del contrato y comercio hasta las muy menudas, comerciarse con el oro en polvo y plata corriente andando siempre para esto con los pesos en las manos, en que se han ofrecido muchas dificultades e inconvenientes por los pesos y pesadores, inclinando todo a la propia comodidad".

Los primeros intentos de fundación de la Casa de Moneda se hicieron hacia finales del siglo XVI, cuando aun reinaba Felipe II. En el mismo documento se lee: "Ha más de treinta años que el rey nuestro señor y padre que está en gloria mando  fundar la dicha Casa de Moneda y enviadose para ello desde estos reinos los troqueles, herramientas y demás pertrechos necesarios, sin haberse puesto en ejecución por falta de casa y de ministros y oficiales inteligentes para las dichas labores". Finalmente, el primero de abril de 1620, Felipe III ordena fundar la Casa de Moneda de Santafé, donde se han de labrar escudos de oro sencillos y de dos; reales de plata de a "ocho y de a cuatro y de a dos, sencillos y medios, cuartillos de vellón rico, ligados a cuatro marcos de cobre [y] uno de plata". EI rey otorg6 titulo de tesorero propietario al ingeniero capitán Alonso Turrillo de Yebra para que construyera una casa para las labores de moneda, y se hiciera cargo de producir moneda por su cuenta y riesgo durante quince años. Este sistema de concesiones particulares no termino en la fecha prevista; el cargo se fue heredando entre parientes, prolongando así la acuñación particular de moneda hasta 1753.

 

EI capitán Turrillo llego primero a Cartagena. Casi de inmediato solicito a la Corona la fundacion de una oficina de moneda, filial de la de Santafé. EI 10 de junio de 1620 se libro la real cedula que Ie daba existencia a la Oficina de Moneda de Cartagena, "para que se consuma la plata corriente que hay en esa provincia y se provean las islas de Barlovento y otras circunvecinas de moneda labrada para su trato y comercio". Allí se acuñaron las primeras monedas de plata rebajada o vellon -las primeras del Nuevo Reino-, y de las cuales, para exasperación de los numismáticos, no se ha logrado identificar ninguna con absoluta certeza. En el gale6n La Concepción, hundido en 1641 en aguas territoriales de la isla de Santo Domingo, se encontraron algunas monedas que probablemente fueron acuñadas en Cartagena.

La elaboración de moneda en Cartagena duro poco, ya que Turrillo tuvo que enfrentar innumerables dificultades con los comerciantes y las autoridades, quienes no aceptaban la moneda de vellón, protestando por su bajo contenido de metal precioso. Los vecinos de la ciudad, encabezados por su gobernador y capitán general, don Garcia Girón, instauraron un pleito en su contra, razón par la cual Turrillo tuvo que salir de la ciudad, cerrando la oficina en 1634, apenas nueve años después de iniciada la acuñación.

Una vez llegado a Santafé, Turrillo alquiló una casa pequeña en 10 que hoy es la esquina suroriental de la calle 11 con carrera 5a, donde acomodó algunas oficinas para iniciar la acuñación, además de su vivienda particular. Esto, sin embargo, no se ceñía a las condiciones de la concesión, la que entre otras cosas, ordenaba "hacer la dicha Casa de Moneda en la ciudad de Santafé desde sus primeros fundamentos por vuestra cuenta, conforme a la traza que se ha dado, de que llevais la planta". No obstante, por documentos del Archivo Histórico de la Casa de Moneda, sabemos que solamente se limitó a reformarla y adaptarla hasta cierto punto, pues entre otras deficiencias graves, la casa que alquiló carecía de local para la fundición de metales preciosos. Este proceso, indispensable para la fabricación de moneda, se contrataba con particulares.

La fabricación de las primeras monedas del Nuevo Reino tenían un proceso de elaboración sencillo: primero se fundían los metales, se vertían en unos recipientes rectangulares hasta que se solidificaban, se adelgazaba la lamina que resultaba a golpes de martillo, se cortaban los discos o cospeles con tijeras llamadas cizallas, y finalmente se colocaba el disco entre dos troqueles y se Ie asestaba uno o varios golpes a martillo para producir la acuñación. Una vez elaboradas, las monedas se llevaban a la sala de libranza; allí se contaban, se ensayaban y se pesaban las monedas ante la presencia del tesorero, el contador, el fiel de moneda, el ensayador, el balanzario o juez de balanza, el tallador, el capataz y el escribano, quien levantaba un acta donde describía cada "rendición" o "emisión de moneda" y las "levadas" o pesaje de las monedas. Aquellas que tenían mayor peso del reglamentario, se cortaban con cizallas hasta ajustar su peso de acuerdo a las ordenanzas. Las monedas que resultaban con menor peso se guardaban en un arca triclave; algunas de ellas se fundían de nuevo y otras se destinaban para diversos pagos que debía hacer la Casa, entre ellos, limosnas para el Monte Pio. Estas monedas se conocen mas comúnmente como macuquinas, pero también como monedas de martillo o "cortadas": este ultimo nombre se 10 daba su forma irregular.

Es interesante destacar que de esta casa salieron las primeras piezas de oro que se acuñaron en Colombia, y en América, ya que la única ceca que tuvo autorización en los primeros años del siglo XVII para acuñar oro fue la de Santafé. El Nuevo Reino de Granada gozaba de abundantes minas de oro y por esto su producción fue muy superior a la de monedas de plata. Sin embargo, los escudos de oro no circulaban en las mismas cantidades en que se acuñaban: la hipótesis más aceptada para explicar este hecho es que el oro americano se acuñaba y se enviaba casi en su totalidad a Cartagena, vía Honda, para allí remitirse a los reinos de España. En el Nuevo Reino circulaban las monedas de cobre o vellón y los reales de plata, con los cuales se comerciaba "al menudeo". Como la plata era un metal escaso en nuestro territorio, es muy interesante el fenómeno que se produce actualmente ante aquellas piezas: son las monedas más codiciadas por los especialistas numismáticos, básicamente por su rareza.

 

Las labores de acuñación en Santafé se iniciaron en 1627. El primer libro de cuentas de la Casa de Moneda se inicia con el siguiente registro: "En la Real Casa de Moneda de esta ciudad de Santafé en diez y nueve de mayo de mil y seiscientos y veinte y siete años, rindió Diego de Dueñas, capataz de la dicha casa, cuatrocientos y cuarenta marcos y seis onzas de plata, en moneda". Esta firmado por el primer escribano de la Casa, don Estacio Sanguino Rangel.

En el Archivo Histórico de la Casa de Moneda se encuentran, entre otros, los primeros documentos producidos en la etapa de los Tesoreros Particulares, los cuales tratan temas diversos: ordenanzas reales, cuentas de compra y venta de metales preciosos, gastos ocasionados por la fundición y los demás procesos previos a la elaboración de la moneda, gastos ordinarios y extraordinarios en que incurría la casa, pleitos por fraudes y robo, cuestiones administrativas, 'impuestos, derechos de acuñación, compra de maquinaria, herramientas e insumos, fundición de metales, aleaciones, ensayes, etc.

Moneda circular de oro de 4 escudos con la efigie de Fernando VI, 1761 y moneda circular de plata de 8 reales con el lema de Carlos III, Santafé, 1762. Colección Casa de Moneda, Bogotá.
Moneda circular de oro de 4 escudos con la efigie de Fernando VI, 1761 y moneda circular de plata de 8 reales con el lema de Carlos III, Santafé, 1762. Colección Casa de Moneda, Bogotá.

Al subir al trono de España la familia de los Borbones, la administración implanta una serie de reformas, fundamentalmente con el propósito de recuperar el control de las provincias de ultramar. Las Casas de Moneda americanas no serán la excepción. Dentro de esas reformas de principios del siglo XVIII, se dictaron ordenanzas para centralizar y controlar muy de cerca los procesos de acuñación. La más importante es aquella donde se suprimen las concesiones a tesoreros particulares, pasando la administración de las cecas de ultramar a manos de un superintendente, quien a su vez debe dar parte de los negocios de la casa a la máxima autoridad colonial: el virrey.

Joseph Alfonso Pizano, marques de Villar y virrey del Nuevo Reino de Granada, despoja del título de tesorero particular al señor Tomas Prieto y Ie ordena hacer entrega de la Casa de Moneda a las autoridades reales. EI 22 de agosto de 1753, el primer superintendente de la Real Cas a de Moneda manda «se haga formal inventario de esta Casa, sus oficinas y bienes materiales, herramientas y demás instrumentos de que se compone y existen actualmente, como también de los libros y papeles» de la oficina del escribano. Este inventario se inicio el 23 de agosto.

Un dineral (pesa colonial) con las armas de los Borbones.
Un dineral (pesa colonial) con las armas de los Borbones.

EI rey nombra director a don Tomás Sánchez Reciente para implantar las obras de adecuación de la "Casa de Moneda, en el mismo sitio que ocupaba la de los Tesoreros Particulares, que es la actual, construida en piedra, calicanto, adobes y tierra pisada, en anchas paredes". Se construyen varios tramos: nuevas oficinas para la fundición, el ensaye, el tesoro, las habitaciones del superintendente, de los guardas y la sala de libranza, donde tomaban posesión los ministros y oficiales de la Casa de Moneda.

 

 

La nueva moneda debía hacerse de forma circular con un cordón resaltado en el canto, para evitar el cercen de piezas y los innumerables fraudes que venían presentándose con cierta regularidad. España remite nuevas matrices y troqueles con el escudo de los Borbones en el anverso y el busto de sus reyes en el reverso; se traen de Sevilla maquinas especiales para la nueva moneda, entre ellas, las acuñadoras de volante que reposan actualmente en la Casa de Moneda, en Bogotá.

La primera emisión de moneda de oro circular o de cordoncillo se hizo el 4 de diciembre de 1756. En el acta correspondiente se lee: "Monzón condujo a esta sala once talegos con monedas de doblones de oro de a ocho escudos, en la nueva fábrica circular [ ... ] EI superintendente mando se vaceasen todos los talegos sobre la mesa que para el efecto esta en dicha sala y de cada uno se separaron algunas monedas y se pusieron sobre otra mesa destinada para las levadas: y el dicho señor superintendente las revolvió y saco tres doblones de la dicha clase [ ... ] y uno de los tres doblones mando cortar y así ejecutado la una parte quedó en su poder, y la otra entrega a los ensayadores para que la ensayasen [ ... ] Y en el ínterin que se efectuaban los ensayes el juez de balanza en dicha sala hizo diez levadas de veinte y cinco marcos [ ... ] y habiendo hecho varias experiencias de pesadas por menor de la referida moneda dijo estar conformes a 10 prevenido por las reales ordenanzas". Este documento está firmado por todos los ministros de la Casa de Moneda, y por el escribano, quien da fe de 10 actuado.

 

En 1756 se reinaugura la Casa. En la portada de piedra se lee la siguiente inscripción: "Reinando don Fernando VI, EI Justo, se incorporó en su real dominio, reedificó, amplió y acabó esta Real Casa de Moneda, siendo virrey el excelentísimo señor don Joseph Solís Folch de Cardona y primer superintendente el señor don Miguel de Santisteban. Ano de 1756". Sin embargo, para estas fechas, la producción de la Casa de Moneda de Santafé no respondía favorablemente a la demanda de moneda de otras regiones: el occidente del Nuevo Reino producía la mayor parte del oro que se amonedaba y sus habitantes solicitaban la fundación de una casa de acunación. En 1749 comienza una nueva era para los payaneses: se funda una nueva Casa de Moneda, con el encargo de acunar oro, plata y cobre .

----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

 

 

 En el Renacimiento se logran avances en la acuñación logrando por medio de maquinaria la acuñación precisa y la dificultad del robo de materiales. Durante el Renacimiento, la moneda se convirtió en el primer producto fabricado mecánicamente en serie, millones de piezas idénticas. Los pequeños talleres de la edad media se convirtieron en grandes Cecas mecanizadas. La primera de estas cecas tuvo lugar en Ausburgo en 1550.
La prensa a volante o prensa de balancín ya fue dibujada o diseñada por Leonardo da Vinci, ( 1452–1519 ), dejo dibujos que nos indican que el concepto de la prensa de volante nace en esta época.
La prensa a volante para la fabricación de moneda fue llevada a cabo en 1508  por el artista florentino, Bramante, para acuñar medallas de plomo, que es uno de los metales más blandos y que no se endurece bajo la presión de los cuños. Treinta años más tarde, un compatriota suyo, escultor, joyero y artista, Benvenuto Cellini, acuñó monedas de oro para el Papa Clemente VII, con esta técnica y dejó una descripción completa de la prensa que construyó. Pero las primeros volantes no tenían la fuerza necesaria para acuñar más que pequeñas piezas.
En 1551, el rey francés Enrique II crea una nueva ceca en París, la maquinaría obra de ingeniero alemán de Ausburgo, Max Schwab, contaba de un molino movido por fuerza hidráulica capaz de crear tiras metálicas lisas y del grosor deseado, de una máquina manual de corte que agujereaba la tira cortando así los cospeles y de una prensa para acuñar. Schwab podía producir monedas perfectamente redondas lo que indica que usaba virola. Schwab fracasó en su intento de vender su maquinaría a cecas en Alemania e Italia. Tras años de oposición de los monederos franceses que seguían acuñando a martillo, por el 1641 la prensa volantes estaba finalmente en uso en la ceca de París. La misma oposición encontró por los monederos ingleses pero en 1652 ya estaba operativa la prensa volante en la Royal Mint.
Las prensas volantes estaban construidas en hierro forjado o bronce. El principal problema de estas prensas es que al acuñarse la moneda el impacto pudiese romper el troquel superior, para solucionar este problema se usaba un soporte rectangular en el que se ajustaba el troquel mediante cuñas y posteriormente mediante tornillos. Siendo característica la forma rectangular del troquel para este tipo de prensas. Otros problemas de este método de acuñación, es que eran necesarios al menos 4 trabajadores para girar el brazo debido a los contrapesos y el acuñador no era difícil que pudiese perder sus dedos.
En las prensas volantes el cuño móvil que impactaba correspondía al anverso, no como en la acuñación a martillo donde el cuño móvil que era golpeado con la maza correspondía al reverso.
 
A partir de mediados del siglo XVII la prensa volante se extendió rápidamente por Europa, no sin resistencia al cambio a una nueva tecnología por los trabajadores que practicaban la acuñación a martillo.
 
Felipe V introdujo este sistema en España, instalándolas en las Cecas de Madrid y Sevilla, hacia el año 1700 en Madrid, más de medio siglo después de su introducción en las Cecas de Londres y Francia, y en Segovia  para las monedas de plata y oro sobre 1721 y para el cobre  en 1772. Su uso por primera vez en el Nuevo Mundo se dispuso en el año 1728, fabricándose columnarios de plata y busto en oro con fecha de 1732.
(En Segovia se acuña con prensa automática a partir de 1866 y con virola. Anteriormente a esta fecha fue con rodillo y después a volante y las dos utilizaron cerrilla).
 
Desde finales del siglo XVII hasta finales del siglo XVIII hubo pocos cambios en las prensas volantes, a no ser que cada vez se acuñaban monedas y medallas de mayor módulo.

Hace casi cuatrocientos años el rey Felipe III de España ordenó al ingeniero Alonso Turrillo de Yebra la fundación de una casa de moneda en Santafé de Bogotá. De acuerdo con la Real Cédula del 1 de abril de 1620, debía acuñar monedas de oro, plata y cobre, y de sus utilidades abonar sumas importantes a la Corona. Para esto, Turrillo debía construir una casa para acuñación, adecuándola con todos los instrumentos y herramientas necesarias para su funcionamiento.

El ingeniero, al llegar al Nuevo Reino de Granada, se instaló en una de las primeras edificaciones de Santafé, donde inició en 1621 las labores de acuñación que le habían sido encomendadas y desde entonces aquella fábrica fue una especie de herrería para la fabricación de monedas, con hornos para fundir y afinar.

El proceso de elaboración era sencillo: se fundían primero los metales y se vertían en recipientes rectangulares hasta que se solidificaran. La lámina resultante era adelgazada a golpes de martillo para cortar los discos, o cospeles, con tijeras denominadas cizallas. Finalmente se colocaba el cospel entre dos troqueles para producir la acuñación con golpes de martillo. Por su forma irregular, esta moneda se conoce con varios nombres: macuquina, de martillo, o de cruz, por la Cruz de Jerusalén que llevaba en el reverso.

Al cabo de quince años de usufructo, la Casa de moneda pasaría a ser patrimonio de la Corona. Sin embargo, este sistema de las concesiones particulares, duró más de 130 años. En su época de construcción la Casa contaba con una planta cuyos tramos se encuentran sobre las actuales calle once y carrera quinta, lugar donde se acuñaron las primeras monedas de oro de América. A mediados del siglo XVIII, hacia 1753, el rey Fernando VI ordenó la ampliación de la antigua casona dirigida por el arquitecto español Tomás Sánchez Reciente, quien inició trabajos bajo las órdenes del virrey José Alfonso Pizarro.

El motivo principal de la reforma fue el arribo al Nuevo mundo de la nueva maquinaria, incluyendo los volantes de acuñación y los enormes molinos de laminación de dos pisos, movidos por caballos para la fabricación de moneda circular o de cordoncillo, con el fin de ponerla en circulación, tal como lo había ordenado algunos años antes Carlos III para reemplazar la moneda macuquina.

Estas máquinas se encargarían de tecnificar los procesos de laminación, corte de cospeles y acuñación de monedas. Durante este período se construyó la segunda planta y sus espacios se adecuaron, entonces, a las necesidades de la producción mecanizada de nuevas monedas de mejor factura. Salvo la fundición y el molino de laminación movido por mulas (éste último desaparecido), la Casa de moneda que hoy apreciamos es aquella que luego de su ampliación fue reinaugurada por el virrey José Solís Folch de Cardona en 1756, como puede 
leerse en el friso de su portal de piedra.

Sus columnas y arcos del costado norte y occidente del patio principal, así como los tramos donde se alojan las actuales salas de exposición que dan hacia la calle once y la carrera quinta, son los originales.

La Casa de moneda de Bogotá, como otras edificaciones, también fue objeto de la violencia desatada el 9 de abril de 1948 por el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán. Antonio María Barriga Villalba, director de la Casa, utilizó contra los vándalos el cloro concentrado que se usaba para afinar el oro, logrando que la multitud que pretendía entrar por la puerta principal abandonara el lugar al sentir asfixia y ardor en los ojos. Los empleados y el director resistieron los efectos del gas al protegerse con las máscaras que se usaban en la sección de afinación. Luego repelieron un nuevo asalto por los techos y sofocaron las llamas que se propagaron desde el Palacio Arzobispal. Al final, la ingeniosa defensa 
de la Casa de moneda evitó su saqueo y destrucción.

Por medio del Decreto 1584 del 11 de agosto de 1975, la casa fue declarada monumento Nacional por el Instituto Colombiano de Cultura, (hoy Ministerio de Cultura), y restaurada entre 1976 y 1978.

En esta casa, donde fueron acuñadas las primeras monedas del Nuevo Reino de Granada, también se manufacturaron todas las monedas colombianas hasta 1987, cuando dicha actividad se trasladó definitivamente a la Fábrica de moneda en Ibagué.

La Casa era propiedad de la nación y funcionó como dependencia del ministerio de Hacienda hasta 1942, cuando el gobierno celebró un contrato con el Banco de la República para que asumiera la administración y la acuñación de monedas. Este contrato duró hasta 1993, cuando el Banco compró definitivamente la Casa al Estado colombiano.

Allí se exhibe hoy la Colección Numismática del Banco de la República

50 años del Museo Numismático

Con el fin de divulgar la historia de la moneda colombiana, desde la Colonia hasta el periodo republicano, el 20 de julio de 1961 el Banco de la República abrió las puertas del museo Numismático, lugar donde exhibió por primera vez su amplia colección de monedas y billetes. En ese entonces el museo contaba con 1.032 piezas, incluidas 400 macuquinas santafereñas de oro de dos escudos, acuñadas entre 1628 y 1636, encontradas en el Río magdalena y conocidas como el Tesoro del mesuno.

También exhibe, junto a otras monedas de oro, plata, y metales que circularon en distintas épocas, papeles de crédito, billetes, vales, y documentos antiguos.

En 1985 el museo entró en un proceso de renovación, tanto del guión de la exposición como de los diseños museográficos, y reabrió sus puertas en diciembre de 1996 en la misma casa original, dando paso a la exposición permanente de la colección numismática, la cual cuenta con diez salas de exhibición, donde en estricto orden cronológico se narra la historia de Colombia con las mejores piezas de la colección. Adicionalmente posee una sala para exposiciones temporales.

Al cumplirse las bodas de oro de su apertura al público, la Subgerencia Cultural exaltó el nuevo montaje a cargo de los expertos Jorge Becerra, Ignacio Henao, Andrés Langebaek y Angelina Araújo, quienes el pasado 19 de julio, por medio de una conferencia, ahondaron en la historia del museo y de la colección misma, y la relevancia que ha tenido la moneda en la historia económica y sociocultural de Colombia.

Representación frontal de la mariana de la libertad en la ficha acuñada por el banco de la república y utilizada para la acuñación de fichas y e imprenta de billetes.

La admiración de los colombianos por la Revolución Francesa aparece registrada en nuestra historia cuando El Precursor, Antonio Nariño, traduce y publica “Los Derechos del Hombre”. Pocos años después de alcanzada nuestra independencia, encontramos una curiosa adaptación de la figura de la Mariana, adornada con plumas indígenas, en algunas de las primeras acuñaciones de monedas realizadas por los patriotas. A partir del año 1837, la Mariana recupera su aspecto tradicional y se convierte en un elemento utilizado con mucha frecuencia en los diseños de billetes y monedas.

 

A comienzos del siglo XX, cuando se consolidaba la Tercera República Francesa y el estilo republicano se imponía en nuestra arquitectura, no es extraño que los fundadores hubieran escogido el nombre de Banco de la República para bautizar al nuevo banco central que se creaba en Colombia. Tampoco es extraño que adoptaran el símbolo de la Mariana en nuestro escudo.